Fuente: Natalie Bookchin |
Retratos de multitud perturba al espectador. Las obras expuestas reflejan viviencias y poses habituales de muchos de los usuarios de las redes sociales. Sus protagonistas son estadounidenses, pero sus actitudes y sus poses pueden extrapolarse a cualquier escenario del mundo occidental. Si quererlo cualquier visitante puede sentirse reflejado por las opiniones que se transmiten, pero también puede sentirse vulnerable respecto a la tecnología que utiliza para expresar ciertos sentimientos de caracter privado.
Las imágenes grabadas y/o seleccionadas para cada una de las siete obras audiovisuales (producidas todas ellas entre 2008 y 2017) juegan con nuestra empatía: todos los protagonistas podríamos ser nosotros o cualquiera de nuestro entorno. Todos tenemos algo que decir, pero ¿nuestros móviles o nuestras cámaras web son el espacio idóneo para dar a conocer nuestras reflexiones?
Bookchin no ha perdido un ápice del sentido crítico que nos mostró en sus obras de net.art de los 90. Algunos de sus collages audiovisuales nos hacen pensar en el auge de las denuncias a través de hastags y nuestra aparente facilidad para denunciar secretos permaneciendo ocultos detrás de nuestras cuentas.
Hasta el 27 de mayo se puede visitar esta muestra en la que queda latente lo paradójico que resulta lo cotidiano cuando se diluye entre las vivencias de cientos, miles de personas con preocupaciones similares. Sus protagonistas se refugian detrás de sus cámaras para denunciar situaciones que posíblemente estuvieran mejor canalizadas si nos hubieran educado para poder enfrentarnos verbalmente a ciertas situaciones de crisis de cara, sin mediaciones tecnológicas. Es una cuestión complicada, pero tal vez sea el momento de aprender a hacerlo.